Por los lados de Santa Elena, en Antioquia.

Estamos a unas horas de Medellín aquí se siente frío y la tranquilidad apacigua el alma. Estamos en Santa Elena

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Desde onduladas colinas montañosas posamos otra vez estos ojos, con la misma extrañeza del principio. Lo ajeno se vuelve propio y tiembla de belleza el sentido. Mueve el espíritu las alturas, y el frío pacito se va metiendo curioso por las rendijas de la piel, por estos lados de Santa Elena. Cada quien camina despreocupado, casi abstraído. No hay aceleres, en la niebla se cuece la alegría. Las unas, salen con los perros por delante a cubrir alguna tarea matutina. Los otros celebran en la casi próxima esquina las cuitas y quereres. Y otras se sonríen solamente. Las plantas escondidas con un vaivén saludan, las heliconias otro tanto se mueven y entre conversa y charla dulzona los sietecueros deciden estar listos para un postre. Las flores en cambio, se vanaglorian de su incomparable belleza,…se mueven libres esperando el desfile de gala que les toca vivir cada año. Paralizando a colombiano, paralizando a forastero desde las entrañas de la tradición salen las silletas cobijadas y pintorescas llenas de flores multicolores y van a espaldas del silletero  haciendo honor a su arte. Pasan ellas las silletas y ellos los silleteros, son más de 500 que cada elegante agosto se mueven entre gritos y aplausos. Pero nosotros, desde aquí solo nos perdemos en el horizonte verde salpicado de casitas ocres, amarillas, azules, blancas. Nos embriagamos con el frío del viento, disfrutamos ron,…nos jengueamos,.. improvisamos, caminamos… Nos sumergimos entre el ardor del encuentro y el amor del momento. Jugamos a vivir entre el verde – azulino de la tierra y el cielo.

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Desde onduladas colinas montañosas posamos otra vez estos ojos, con la misma extrañeza del principio.
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Lo ajeno se vuelve propio y tiembla de belleza el sentido.
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Mueve el espíritu las alturas, y el frío pacito se va metiendo curioso por las rendijas de la piel, por estos lados de Santa Elena.
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Cada quien camina, se detiene despreocupada, casi abstraída. No hay aceleres, en la niebla se cuece la alegría.
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Nos abrigamos, embriagamos con el frío del viento, disfrutamos ron,…nos jengueamos,.. improvisamos, caminamos…
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Pero nosotros, desde aquí solo nos perdemos en el horizonte verde salpicado de casitas ocres, amarillas, azules, blancas.

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Y De Medellín hasta el Corregimiento de Santa Elena, en el mismo oriente Antioqueño, hay solo un suspiro. (Una hora aproximadamente). El transporte sale desde el centro de la ciudad, o desde la estación Acevedo ( metro). En Santa Elena y sus veredas aledañas, los servicios de alimentación y hospedaje está siempre a disposición por si la idea es quedarse. Por aquí más información. http://guiaturisticasantaelena.com

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