En las llanuras de perfecto tablero de ajedrez, esta “Shilico” de azul pleno, casas altas y rectas, calles amplias le adornan, uno tras otro, sombrero de paja de copa alta, aleta ancha, rígido pero armonioso se desplaza. Faldas plisadas de entero encanto, chompas de colores y pantalones que cubren el frío amistosamente por entre las faldas, desfilan.
Hombres, marcan el paso por las mañanas, lento, con pantalón de tela y el mismo sombrero de paja toquilla quizá, unos con ropaje distinguido, entran en las oficinas muy de mañana, otros acompañan a las mujeres al mercado. Mujeres, van generando encuentros detrás de sus ventas; variopinto se desvela el movimiento constante, manos que dan y manos que reciben.
Por las escaleras arriba en el tercer piso está doña Zolita Guevara, declarando poquita venta y mucho poder de flor blanca, “es pa´ todo”, dice ella. Mujeres van, mujeres vienen, mujeres quietas en las esquinas ocupándose de la cotidianidad, de los cuyes en intercambio, de los quesos y la chancaca, desde la más clara, hasta la más oscura y pequeñita.
Una amalgama de tiempo se apodera a cada paso, la pavesa de la historia se respira, pero el imperativo es el habitual quipe en la espalda y coloridos atuendos de cabeza a pies.
La cotidianidad en fotografía – Celendín – Cajamarca






