Retazos de Leymebamba – Perú

“China lemichita te vas, me dejas llorando, te vas me dejas llorando”, al son del huayno nos vamos con el Utcubamba más arriba, sobre las huellas de los Sachapuyos hasta hallarnos en Leymebamba. Toma el dominio el verdor que brota del vientre del río, se ensancha más arriba, y de brazos abiertos expresiva mira Leymebamba, de casas altas con balcones angostos y  tejado de tierra, sus callejas derechas van subiendo hasta devisarse’ por entre las chacras y morir  en las vaquerías, con el bramido y la leche, con las papas y el chanchi, con su museo y la laguna de los Cóndores, dan paso a los caballos que se ensillan por la mañana y se desprenden de su atavío muy entrada la tarde cuando el ribete de los ponchos aparecen en las esquinas, por entre las diagonales de la plaza urdiendo menesteres y plácida dicha.

14.Toma el dominio el verdor que brota del vientre del río, se ensancha más arriba, y de brazos abiertos expresiva mira Leymebamba,

Aletea el sombrero al golpe delicado del frío viento que se escapa detrás de la iglesia de piedra que distinguida se eleva en la misma esquina de la plaza.

Más allá está el museo, y sus cachetones dando la bienvenida, protector de testimonios de los Chachapoyas de sus casas circulares de residencias conjuntas, de su encuentro con los incas, de sus pasos por los valles y escarpadas montañas, de sus caminos, sus voces, de su cuerpo y su vida hecha leyenda.

4.con su museo


…China lemichita te vas, me dejas llorando, te vas me dejas llorando”, al son del huayno nos vamos con el Utcubama más arriba

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Después de vivir

Las flores de Guatavita

¡Usted me va a perdonar! Pero elogio viste de mis manos el mar Nada dejo, todo me he de llevar ¿fortuna?, no será. Una copa de vino y champán Un pie en el Mantua y la mano en Huichapán Los puestos ojos en el verde andar Los labios de Beltrán, la risa y el trinar … Leer más

La plaza principal de Duraznopampa

Las calles discurren derechas, abren camino a la plaza principal, unas cuantas casas ataviadas de blanco le acompañan sin parar, le miran de frente y sin titubear, contemplan su verdor, el jardín, el aire fresco que despeja las mejillas y aparece por las rendijas de las ramas de los pinos altos, los de ñaupa, o los actuales, ¿quién sabe?; de cuando inició su proceso de centro pampino quizá, de lugar de encuentro, de romances ocultos poniendo de testigo a las bancas y la oscuridad quizá, de alguna mirada perdida y de otra por encontrar conquista; del centro de carnavales en febrero y de procesiones en octubre y fiesta patronal.

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La escuela le acompaña, no tan cerca, un tantito de espaldas, la Municipalidad como tantas, mira del otro lado. La iglesia es la dueña del espacio principal, ella sigue intacta con su señor de Milagros y su altar. Unas esquinas de la plaza hacen de punto de reunión de jóvenes que tienen al jolgorio como don mayor. La otras comunican, llevan traen, despiden y reciben; invitan el paso, alientan el ánimo, promueven las carcajadas, facilitan cercanías, alientan el recuerdo… en la plaza de Duraznopampa, allá donde los domingos los paisanos se confunden y al forastero le gusta visitar.

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